El presidente de Trabajando en Positivo, Julio Gómez Caballero, analiza las similitudes entre el VIH y el coronavirus Covid-19 y sus carencias y errores en el abordaje de todas sus dimensiones.

La experiencia adquirida con la epidemia del VIH puede arrojar soluciones ante la pandemia del coronavirus Covid-19. De hecho, varios colectivos con experiencia en el ámbito del VIH han decidido difundir las lecciones aprendidas durante estos casi 40 años de respuesta al virus de la inmunodeficiencia humana.

ConSalud.es charla con Julio Gómez Caballero, presidente de Trabajando en Positivo, entidad que promueve esta iniciativa que pretende concienciar y advertir sobre todo lo que queda por hacer.

¿Cuáles han sido las lecciones que cree que se deberían aprender de la Covid-19 si se compara con el VIH?

Aún ha transcurrido poco tiempo para aprender de las lecciones de la Covid-19, es una pandemia que ha sorprendido al mundo y no se estaba preparado ante una situación de esta magnitud. Y quizá ahí radica la primera lección: los seres humanos no tenemos todo controlado y menos ante la globalización. Si a lo anterior sumamos que, en Europa tras la crisis del 2008, se impusieron políticas de austeridad que se reflejaron en recortes de servicios públicos como la sanidad, pues nos encontramos ante una situación muy compleja.

Ahora bien, desde las organizaciones civiles del VIH, lo que sí podemos hacer es compartir nuestras lecciones aprendidas durante casi 40 años de dar respuesta a otra epidemia como el VIH para contribuir a aportar soluciones para esta nueva emergencia sanitaria provocada por el coronavirus (SARS-CoV-2).

«Las personas más vulnerables son quienes están más expuestas a adquirir el SARS-CoV-2»

Por tal motivo, desde Trabajando en Positivo recopilamos estos aprendizajes, a través de personas vinculadas a organizaciones del VIH, y sus respuestas las hemos englobamos en 10 lecciones que tienen como principios básicos abordar la pandemia desde la participación y con un enfoque de derechos humanos que ponga en el centro el cuidado y la dignidad de las personas; prestando mucha atención a las personas más vulnerables porque son quienes están más expuestas a adquirir el SARS-CoV-2 y soportar las graves consecuencias socio económicas.

Además, en esas lecciones aprendidas, consideramos importante eliminar cualquier tipo de estigma o discriminación. En los primeros años del sida, las personas afectadas fueron muy discriminadas, marcadas en los hospitales, apartadas de la sociedad. Muchas de ellas murieron solas a causa de la desinformación y el estigma.

En esos momentos, la solidaridad y el apoyo fueron fundamentales para sostener la tragedia que se vivió; por ello, ahora es fundamental la solidaridad, el acompañamiento humano para salir adelante colectivamente, evitando la estigmatización de personas y colectivos.

¿El lenguaje es importante?

La información contrastada científicamente y el lenguaje que se utiliza para hablar de la pandemia son cruciales. Hemos estado escuchando cómo, desde el presidente Pedro Sánchez hasta la misma Organización Mundial de la Salud, utilizan términos bélicos para referirse a la crisis sanitaria.

Las metáforas bélicas tienen un impacto negativo en las enfermedades y desde hace años ONUSIDA y las propias organizaciones civiles hemos abogado para eliminar estos términos bélicos como “guerra” “enemigo” “lucha” porque lo único que fomentan es miedo y estigma, entre otras consecuencias sociales.

¿La gente estigmatiza en cuestiones de salud como estas?

Sí, en el ámbito del VIH lo sabemos bien. Aún hoy estamos trabajando para erradicar cualquier estigma o discriminación no solo a nivel social sino en las leyes porque actualmente hay bastantes restricciones en los derechos de las personas con el VIH. Por lo que consideramos que también puede suceder lo mismo con la Covid-19, es decir, que se estigmatice a aquellas personas infectadas durante o después del confinamiento.

Al inicio de la epidemia, cuando los únicos casos se daban en China, proliferaron las reacciones xenófobas contra personas asiáticas a la hora de compartir espacios como el colegio, tiendas o trabajo, señalándoles como causantes de la epidemia.

Ahora, en España, hemos sido testigos a través de las redes sociales de numerosos casos de personas que, desde su balcón, han increpado a otras que estaban en la calle sin importarles si padecían  alguna patología concreta o por una discapacidad que podría agravarse con el confinamiento, o sí tenían autorización para ello según una instrucción del Ministerio de Sanidad.

También hemos podido ver, los ataques de vecinos hacia personas que seguían trabajando de forma presencial en ámbitos tan elementales como la Sanidad o la alimentación, por considerarles especialmente contagiosas.

Y en el mañana debemos evitar que con el argumento de la protección de la salud pública, por ejemplo, puedan obligar a las personas que den positivo en un test a que no se incorporen a su puesto de trabajo. O, como ya está sucediendo, se le preguntará a la persona sin reparo información sobre su estado serológico al VIH para acceder a un puesto de trabajo, al estar incluida la inmunodeficiencia como un criterio para la consideración de personal sensible en el ámbito laboral.

Como señala ONUSIDA en su informe ‘Los Derechos Humanos en tiempos de Covid-19’, el estigma puede amenazar el éxito de cualquier respuesta, porque puede crear barreras para acceder a los servicios de salud necesarios durante una epidemia.

Por ello, entre las medidas que proponen para reducir y enfrentar el estigma y la discriminación, señalan que es necesario evitar el estigma hacia el personal sanitario; garantizar la privacidad de las personas afectadas; evitar la penalización o criminalización para regular el comportamiento y prevenir la transmisión del virus puede estigmatizar aún más a las personas que lo tienen, así como disuadir a las personas de hacerse la prueba; y por último, identificar a las poblaciones más vulnerables de manera no estigmatizante, adaptando los esfuerzos para llegar a poblaciones de difícil acceso y brindarles atención.

¿En qué ámbitos habría que trabajar para superar esta crisis desde la perspectiva más social?

Necesitamos una respuesta integral porque la crisis del coronavirus no solo está repercutiendo a nivel sanitario, sino que requiere de medidas en los ámbitos económico, laboral y social.

Las medidas deben estar al servicio de las personas más vulnerables que tienen menos oportunidades para hacer frente a la crisis como: trabajadoras sexuales, las personas sin hogar, la población inmigrante o solicitante de asilo y refugio, personas sin empleo, mujeres trans, consumidores de drogas, personas con enfermedades crónicas como el VIH o las familias monomarentales, entre otras.

Una de las principales demandas que ahora hemos identificado en las organizaciones de Trabajando en Positivo, es la de cubrir necesidades básicas (alimentación, higiene personal y del hogar, vivienda -hipoteca o alquiler- o el pago de suministros -agua y luz-). Son personas que han perdido su principal fuente de ingresos como consecuencia de la crisis.

¿A nivel sanitario?

A nivel sanitario, más allá de la información sobre la infección por coronavirus o su interacción con el VIH, hay que dar respuesta a situaciones que se han agravado. Como es el caso del acceso a la atención médica, especialmente, en el caso de las personas en situación administrativa irregular o en tramitación y de personas no empadronadas.

O también aquellas que han surgido como consecuencia del confinamiento como la recogida de medicación, tanto del tratamiento antirretroviral, como metadona u otros tratamientos para enfermedades crónicas.

¿Y en plano socioeconómico?

Por su parte, en el ámbito socioeconómico, son casi 2.000 las personas que son apoyadas por las entidades de Trabajando en Positivo, debido a la pérdida o búsqueda de empleo o a la necesidad de apoyo psicosocial (especialmente para poder hacer frente a la sensación de soledad, desasosiego y miedos generados por la situación actual, por la pérdida de salud o por la angustia y estrés acumulado, así como por consumo de sustancias o abstinencia de las mismas y salud sexual).

Finalmente, las entidades también han detectado casos de violencia o vulneración de derechos: violencia de género o hacia personas sin hogar; expulsión de viviendas; acceso a la atención sanitaria; acceso a tratamientos médicos o a nivel laboral.

En resumen, es necesario un firme compromiso a la hora de garantizar la cobertura de necesidades básicas de los colectivos más vulnerables; fomentar programas de ocupación para personas desempleadas; agilizar los procesos de regularización y realizar regularizaciones extraordinarias en el caso de población inmigrante; incorporar medidas económicas específicas para llevar a cabo la labor de apoyo psicosocial y adoptar las medidas necesarias para evitar que, con el pretexto de salvaguardar la salud de la población, se desarrollen actuaciones que supongan una vulneración de derechos de la ciudadanía en general y de los colectivos más vulnerables en particular. 

Este es un artículo publicado en la revista digital ConSalud.es en mayo de 2020. Se puede consultar en https://www.consalud.es/pacientes/especial-coronavirus/las-metaforas-belicas-enfermedades-vih-covid-19-fomentan-miedo-estigma_78463_102.html