«Contigo sin SEROfobia»
Han pasado 38 años desde que conocimos los primeros casos de sida. Desde entonces hemos recorrido un largo camino de indudables avances en la respuesta frente a la infección por VIH. Pero han sido 38 años llenos de luces y de sombras que han costado la vida a 35 millones de personas en el mundo y que han puesto en evidencia, las terribles desigualdades ligadas al género, la orientación sexual y la identidad de género, la pobreza y la exclusión social.
«las epidemias mostraban las peores debilidades del hombre, pero también sus mejores virtudes», dijo Albert Camus. En nuestro caso las debilidades pronto salieron a la luz; Las personas enfermas no solo sufrían un padecimiento grave e incapacitante, sino que además, diversos grupos sociales los acosaban y les negaban los más elementales cuidados. Esta situación, que parece lejana en nuestro país, sigue siendo una realidad en demasiadas partes del mundo e incluye ostracismo, rechazo, discriminación y evitación del contacto con la persona infectada.
Las consecuencias de este estigma da lugar, por un lado, a una baja participación en el asesoramiento y las pruebas del VIH y la falta de interés en saber si se tiene el virus en personas que desconocen su estado serológico y, por otro, a aislamiento social, soledad, baja autoestima, crisis de identidad o depresión en aquellas personas diagnosticadas con el VIH.
Queremos ser testigos del final de esta epidemia y, creemos que es posible. Pero para terminar con el VIH necesitamos acabar con la SEROFOBIA, que es el prejuicio, miedo, rechazo y discriminación hacia las personas seropositivas.
La serofobia lastra la respuesta ante el VIH y está interseccionada con otra serie de prejuicios asociados al género, la pobreza, la orientación sexual e identidad de género, el origen racial o étnico, la edad o a la sexualidad. En algunos países la discriminación institucional incluye restricciones a la libertad de circulación, al derecho de propiedad, al acceso al trabajo, escuela, servicios sociales e incluso vivienda.
Este año queremos poner especial énfasis en las minorías más invisibilizadas del VIH.
Para empezar debemos recordar que en todas estas minorías quien peor parte se lleva son las mujeres.
Es importante entender cómo los mandatos de género y la socialización sexista a la que estan continuamente expuestas las mujeres, las sitúa en una doble o triple discriminación. Entendiendo triple si añadimos a estas dos variables, ser mujer y tener VIH, otras realidades como, mujer transexual, migrante, drogodependiente, que ejerce la prostitución, etc.
Cada semana, alrededor de 7.000 mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años contraen la infección por el VIH. En África Subsahariana, tres de cada cuatro infecciones nuevas afectan a las adolescentes de entre 15 y 19 años. Las mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años tienen el doble de probabilidades de vivir con el VIH que los hombres. Más de un tercio (35%) de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida. En algunas regiones, las mujeres que son víctimas de la violencia tienen un 50% más de probabilidades de contraer la infección por el VIH, como señala ONUSIDA.
En nuestro país, entre las mujeres, la transmisión heterosexual constituye la gran mayoría, con un 85,0% de los nuevos diagnósticos. Las mujeres se diagnostican cada vez a una edad mayor, y en una situación inmunológica peor que los hombres. Entre los nuevos diagnósticos de VIH en las mujeres, más de la mitad son en mujeres inmigrantes.
Las poblaciones migrantes y desplazadas, también son vulnerables a la infección por VIH, tanto por las presiones sociales y económicas como por nuestra limitada comprensión sobre cómo proporcionarles prevención, cuidados y tratamiento, siendo los obstáculos principales a los que se enfrentan: estigma, ausencia de derechos básicos, acceso limitado a servicios y recursos económicos y restricciones fronterizas para las personas positivas.
Por ello, Reivindicamos una sanidad universal y gratuita que favorezca la atención a las personas inmigrantes que aún hoy tienen dificultades en algunas Comunidades Autónomas para el acceso al sistema sanitario público.
Tampoco podemos olvidar a las personas con algún tipo de patología mental. Según los expertos, es posible que dispongamos de las herramientas biológicas para poner fin a la epidemia del sida, pero no podremos alcanzar este objetivo si no abordamos las comorbilidades de salud mental entre las poblaciones más vulnerables.
Si bien persisten importantes desafíos para satisfacer la alta demanda, especialmente en los entornos con recursos limitados donde el VIH es más prevalente, abordar las comorbilidades de salud mental es esencial para lograr resultados óptimos en la prevención y el tratamiento del VIH.
Las personas que viven con VIH pueden enfrentarse a desigualdad de trato tanto social como institucionalmente. A pesar de que aún el VIH sigue siendo un virus que no tiene cura, hoy en día el tratamiento permite a las personas con VIH no sólo tener una esperanza de vida igual a las personas no infectadas sin llegar nunca a desarrollar SIDA, sino que mantiene al virus indetectable y, por lo tanto, intransmisible.
Desde el pasado 1 de diciembre hemos vivido en nuestro país momentos para la esperanza. Hemos asistido al final de las exclusiones de las personas con VIH en el acceso al empleo de la función pública lo que supone un gran avance contra la discriminación y exclusión en el ámbito laboral, que se debe implementar con una adecuada legislación que impida la discriminación de las personas seropositivas tanto en el acceso al empleo como en su permanencia.
Durante el día mundial del sida del 2018 el Ministerio de Sanidad lanzaba el pacto social contra la discriminación asociada al VIH. Un documento muy esperado e impulsado por el Plan Nacional del Sida del ministerio de Sanidad con la participación de otros ministerios, sociedades científicas, universidades, sindicatos y sociedad civil, pero que tras un año de su presentación aún requiere de una implementación real y efectiva.
La incorporación de la Prep en la prestación farmacéutica del Sistema Nacional Salud a partir del 1 de noviembre es otra de las grandes demandas de las organizaciones y profesionales del VIH alcanzadas en este año y cuya implementación efectiva deber ser realizada con la mayor diligencia por las Comunidades Autónomas de forma que el acceso a la PrEP sea una realidad en todo el territorio del Estado de forma equitativa lo antes posible. La PrEP ha de servir para articular un nuevo abordaje de la salud sexual capaz de dar respuesta a las nuevas necesidades a las que nos enfrentamos y que requiere se complemente con mayores esfuerzos en el ámbito de la prevención, el diagnóstico precoz y el tratamiento temprano, porque en nuestro país más del 45% de nuevos diagnósticos son tardíos, lo que pone en riesgo la vida de las personas afectadas y ocasiona que el VIH siga expandiéndose.
El diagnóstico y tratamiento es una herramienta eficaz para evitar la expansión, porque cuando el virus es indetectable en sangre tenemos la certeza científica de que es intransmisible. Por ello seguimos abogando por promover el diagnostico en la atención primaria y también en la especializada, impulsando también los programas de la prueba que desarrollan las organizaciones que trabajan en VIH.
Pero Existen otros muchos retos que abordar; los problemas de salud relacionados con el envejecimiento de las personas con VIH, las reivindicaciones de las personas supervivientes del VIH, la atención sanitaria en el medio penitenciario, la atención social a las personas con VIH en riesgo de exclusión social, la asistencia sanitaria a personas inmigrantes en situación irregular, la contribución de España a la respuesta global al VIH y en la que ya el Gobierno ha anunciado que aportará 100 millones al Fondo Global para la lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis, la pendiente creación de la especialidad de enfermedades infecciosas y un largo etcétera que organizaciones que trabajamos en VIH seguiremos reclamando todos los días.
Alcanzar una generación libre de VIH es posible, pero solo lo alcanzaremos si ponemos en primer lugar la lucha contra la serofobia y para eso debemos visibilizar a las personas con VIH que tantas veces son olvidadas!
Por eso nuestro lema de este año es: CONTIGO sin SEROfobia.